miércoles, 16 de enero de 2013

¡¡¡MI VIVIENDA TIENE UN CERTIFICADO CON VALOR F...!!!. ¿QUE HAGO?, ¿CAMBIO LAS VENTANAS O LEVANTO EL BAÑO?

Pues de momento nada. Los valores F o G son los peores de la certificación energética… no hacer nada es lo mismo que ese propietario ha estado haciendo hasta ahora, seguirá con el mismo consumo energético aproximado a igualdad y condiciones de uso (en valores de unidades de consumo, que no económico, pues por suerte o desgracia, el precio de la energía no hace más que subir).

Hemos de asumir desde hoy mismo que el parque inmobiliario español no va a tener unos resultados energéticos espectaculares, de hecho viviendas de nueva construcción y aplicando el código técnico de la edificación es muy complicado que lleguen a valores B. Los valores más altos y eficientes, por desgracia, hoy en día están limitados a edificaciones muy singulares y muy bien construidas, además de necesitar una inversión y presupuesto en instalaciones y energías renovables más alto de lo normal, aunque a la larga se amortiza simplemente con el ahorro energético, eso sin contar con el beneficio al planeta.

De momento y, volvemos a insistir, salvo sorpresas mayúsculas de última hora en el Real Decreto definitivo, el espíritu de esta normativa es conocer cómo está el parque inmobiliario, saber si las viviendas controladas estadísticamente mediante las compraventas y alquileres son F, G o D, por poner unas letras.

También es cierto que el stock de vivienda en el mercado inmobiliario es limitado, se mueve poco por las coyunturas actuales de crisis y, si no se vende, si no se alquila, solo se tendrán registrados aquellos inmuebles que estén a punto de concretarse sus operaciones o los que estén publicitados, pero del resto nadie sabrá nada. Creemos que es cuestión de tiempo que se acabe obligando a todo inmueble, sea de la naturaleza o antigüedad que sea a disponer de su certificado de eficiencia energética. De hecho los edificios e inmuebles públicos estarán obligados a exhibir la etiqueta en un lugar visible.

Así pues, tener una vivienda con un valor F, no es preocupante, al menos el nivel de preocupación es el mismo que cinco minutos antes de tener el resultado. Pero una vez se obtenga el resultado el propietario debe plantearse si continúa con su vivienda como está, consumiendo los recursos energéticos y económicos que consume y contaminando en el grado que lo hace o si toma medidas para mejorar la eficiencia energética de su vivienda.

En el marco legal al que nos aproximamos, lo que se nos pide como sociedad es saber cómo están nuestras casas, nuestros locales y nuestros edificios.

Hasta ahora, el proyecto de Real Decreto determinaba que junto con la elaboración y obtención del certificado de eficiencia energética de cada inmueble, deben indicarse una serie de mejoras, reformas o medidas a adoptar para elevar la calificación de ese inmueble una o dos letras (dependiendo del resultado obtenido). De ahí que una parte muy importante de la certificación sea la visita in situ al inmueble y la toma de datos en el mismo. No se mejora el aislamiento, la calidad de vida y la eficiencia energética de un inmueble simplemente cambiando las ventanas o poniendo contraventanas, seguro que ayuda, pero hay que analizar el conjunto de la vivienda.

Por eso ahora se nos pide algo que en el resto de la Unión Europea ya es normal y habitual, certificar energéticamente nuestras viviendas, saber cómo estamos.

Es de suponer que, con resultados estadísticos, se deberán afrontar políticas de rehabilitación energética para que efectivamente, los propietarios que tienen una vivienda con valor F, puedan llegar a tener una vivienda con valor D y ello se traduzca en un ahorro de energía, por tanto ahorro de dinero y, por tanto beneficio para el medio ambiente.

Y es que según se acerque el año 2020 y, la Unión Europea deba alcanzar los compromisos de reducción de emisiones, uso de energías renovables, etc… se nos vendrán encima años de rehabilitaciones de viviendas en pos de lograr esos ahorros, esperemos que con apoyos institucionales y económicos.

Dónde, qué y cómo rehabilitar energéticamente lo determinan las llamadas Auditorías Energéticas... pero de ellas hablaremos más adelante.

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