Pues de momento nada. Los valores
F o G son los peores de la certificación energética… no hacer nada es lo mismo
que ese propietario ha estado haciendo hasta ahora, seguirá con el mismo
consumo energético aproximado a igualdad y condiciones de uso (en valores de
unidades de consumo, que no económico, pues por suerte o desgracia, el precio
de la energía no hace más que subir).
Hemos de asumir desde hoy mismo
que el parque inmobiliario español no va a tener unos resultados energéticos
espectaculares, de hecho viviendas de nueva construcción y aplicando el código
técnico de la edificación es muy complicado que lleguen a valores B. Los
valores más altos y eficientes, por desgracia, hoy en día están limitados a
edificaciones muy singulares y muy bien construidas, además de necesitar una
inversión y presupuesto en instalaciones y energías renovables más alto de lo
normal, aunque a la larga se amortiza simplemente con el ahorro energético, eso
sin contar con el beneficio al planeta.
De momento y, volvemos a
insistir, salvo sorpresas mayúsculas de última hora en el Real Decreto
definitivo, el espíritu de esta normativa es conocer cómo está el parque
inmobiliario, saber si las viviendas controladas estadísticamente mediante las
compraventas y alquileres son F, G o D, por poner unas letras.
También es cierto que el stock de
vivienda en el mercado inmobiliario es limitado, se mueve poco por las coyunturas
actuales de crisis y, si no se vende, si no se alquila, solo se tendrán
registrados aquellos inmuebles que estén a punto de concretarse sus operaciones
o los que estén publicitados, pero del resto nadie sabrá nada. Creemos que es
cuestión de tiempo que se acabe obligando a todo inmueble, sea de la naturaleza
o antigüedad que sea a disponer de su certificado de eficiencia energética. De
hecho los edificios e inmuebles públicos estarán obligados a exhibir la
etiqueta en un lugar visible.
Así pues, tener una vivienda con
un valor F, no es preocupante, al menos el nivel de preocupación es el mismo
que cinco minutos antes de tener el resultado. Pero una vez se obtenga el
resultado el propietario debe plantearse si continúa con su vivienda como está,
consumiendo los recursos energéticos y económicos que consume y contaminando en
el grado que lo hace o si toma medidas para mejorar la eficiencia energética de
su vivienda.
En el marco legal al que nos
aproximamos, lo que se nos pide como sociedad es saber cómo están nuestras
casas, nuestros locales y nuestros edificios.
Hasta ahora, el proyecto de Real
Decreto determinaba que junto con la elaboración y obtención del certificado de
eficiencia energética de cada inmueble, deben indicarse una serie de mejoras,
reformas o medidas a adoptar para elevar la calificación de ese inmueble una o
dos letras (dependiendo del resultado obtenido). De ahí que una parte muy
importante de la certificación sea la visita in situ al inmueble y la toma de
datos en el mismo. No se mejora el aislamiento, la calidad de vida y la
eficiencia energética de un inmueble simplemente cambiando las ventanas o
poniendo contraventanas, seguro que ayuda, pero hay que analizar el conjunto de
la vivienda.
Por eso ahora se nos pide algo
que en el resto de la Unión Europea ya es normal y habitual, certificar
energéticamente nuestras viviendas, saber cómo estamos.
Es de suponer que, con resultados
estadísticos, se deberán afrontar políticas de rehabilitación energética para
que efectivamente, los propietarios que tienen una vivienda con valor F, puedan
llegar a tener una vivienda con valor D y ello se traduzca en un ahorro de
energía, por tanto ahorro de dinero y, por tanto beneficio para el medio
ambiente.
Y es que según se acerque el año
2020 y, la Unión Europea deba alcanzar los compromisos de reducción de
emisiones, uso de energías renovables, etc… se nos vendrán encima años de
rehabilitaciones de viviendas en pos de lograr esos ahorros, esperemos que con
apoyos institucionales y económicos.
Dónde, qué y cómo rehabilitar
energéticamente lo determinan las llamadas Auditorías Energéticas... pero de
ellas hablaremos más adelante.
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